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miércoles, 6 de julio de 2011

La idea parte de un triangulo equilátero de tres metros de lado aproximadamente.
Orientación adecuada.
En cada vértice un enraizamiento de piedra u hormigón de un diámetro de unos 30 centímetros de diámetro.
De cada vértice surgen seis vástagos de hierro, de aproximadamente un metro de altura.
De dos de los vértices crecerán dos árboles con esqueleto de hierro y del otro surgirá la figura femenina.
Los dos árboles con estructura de hierro y la figura femenina se unirán a unos seis metros de altura.
De la base de los dos árboles crecerá hiedra que los ascienda.
A un metro de distancia de cada árbol de hierro, crecerá un nogal que dé frutos.
A los pies de la figura femenina, lavanda, romero y tomillo exhalarán sus perfumes.




Una figura femenina; en el taller de San Vicente de Arévalo (Ávila), ahora camino de Pedrajas (Soria), vía Puebla de la Sierra (Madrid); se va definiendo desde hace casi dos años, líneas de hierro dibujan sus contornos esenciales, sus brazos se yerguen y siguen creciendo hacia arriba, sus pies se elevan sobre el suelo nutriéndose de la tierra.

El sueño de árbol.

La figura y sus diálogos, decisiones inconexas.

Se nos teje la vida con azares e ilusiones, elementos intangibles en esencia.
Caminamos a tientas entre nubes y espacios de colores, a veces luminosos de soles.
Y la inmensa oscuridad del espacio sideral, centelleante, a veces, estática o veloz.

Y el cielo. Los cielos.

Por debajo la vida, el verde y el azul de las aguas, árboles y animales en la superficie de la Tierra.
Gozo y calor, color y formas, líneas.
La sensualidad vital.

Una silueta femenina en el aire, estática o flotante, unida a la tierra que la fluye.
Hermosa.
Asciende y se ramifica, se eleva hacia donde los pájaros navegan plácidamente, de donde las plantas brotan.

Ingrávida como el sueño, y tangible.
Perfiles exentos, o floridos. Plenos de verde y hierro.
Respira hacia el aire y se expande. Emerge del suelo camino del éter.

Hacia el cielo.